¿Por qué se te ponen los ojos amarillos cuando tienes hepatitis? La señal que no debes ignorar.

Hay ciertos cambios en el cuerpo que pueden parecer simples detalles, pero en realidad ocultan señales importantes sobre nuestra salud. Uno de ellos es el tono amarillento que puede aparecer en los ojos, especialmente en la esclerótica (la parte blanca). Muchas personas lo han experimentado o lo han notado en alguien más, y aunque a veces se piensa que es temporal, puede ser un síntoma claro de un problema hepático: hepatitis.

Cuando los ojos se tornan amarillos, el cuerpo intenta advertirnos de que algo no funciona correctamente en el proceso de depuración interna del hígado. No se trata de un simple cambio de color; es una señal de alerta que debe tomarse muy en serio, ya que tras ese tono amarillento podría haber una sobrecarga tóxica en el organismo.

La principal causa de este color amarillento se llama ictericia, y se produce cuando una sustancia llamada bilirrubina se acumula en la sangre. La bilirrubina es un pigmento amarillento que se forma cuando el cuerpo descompone los glóbulos rojos viejos. Normalmente, el hígado procesa y elimina la bilirrubina a través de la bilis, que luego pasa al intestino y se excreta en las heces. Pero cuando el hígado está inflamado o dañado, como ocurre en la hepatitis, este proceso se interrumpe y la bilirrubina comienza a acumularse en la sangre y los tejidos, lo que provoca que la piel y los ojos se tornen amarillos.

Curiosamente, los ojos suelen ser el primer lugar donde se nota este cambio, incluso antes de que la piel empiece a amarillear. Esto se debe a que la esclerótica tiene una alta concentración de elastina, una proteína que se tiñe fácilmente con la bilirrubina, lo que hace que ese tono amarillo sea más evidente.

La hepatitis, en sus diferentes tipos (A, B, C, D o E), puede causar esta acumulación de bilirrubina. En términos sencillos, la hepatitis es una inflamación del hígado, generalmente causada por un virus, aunque también puede deberse al consumo excesivo de alcohol, ciertos medicamentos o intoxicaciones. Cuando el hígado se inflama, pierde parte de su capacidad para procesar toxinas, lo que dificulta su funcionamiento.

Además de los ojos amarillos, la hepatitis puede presentar otros síntomas que a menudo pasan desapercibidos o se confunden con la gripe. Estos incluyen fatiga intensa, fiebre leve, náuseas, vómitos, pérdida del apetito y dolor en la parte superior derecha del abdomen, justo donde se encuentra el hígado. A medida que la enfermedad progresa, la orina puede oscurecerse, las heces aclararse y la piel también puede adquirir ese tono amarillento característico.