Los sorprendentes efectos de la abstinencia prolongada en tu cuerpo

Se habla poco de ello, pero es un tema que afecta a muchas más mujeres en Francia de lo que creemos. Ya sea por elección, circunstancias o simplemente por ser una etapa de la vida, la intimidad a veces se desvanece durante un tiempo. Pero ¿qué ocurre realmente cuando esta pausa se convierte en un problema prolongado? Alerta de spoiler: no es una catástrofe. Sin embargo, hay algunos efectos que conviene tener en cuenta para afrontar mejor este periodo.

Menos intimidad, más preguntas

El bienestar íntimo es como una planta: necesita atención, tiempo y, a veces, silencio. Según varios estudios recientes, un número creciente de mujeres en Francia experimenta periodos sin relaciones sexuales, a menudo sin hablar de ello. ¿El resultado? Una sensación de incertidumbre y, a veces, vergüenza. Sin embargo, no hay motivo para sentirse culpable. Es simplemente una etapa. E incluso puede ser beneficiosa si se elige y se vive con tranquilidad.

El cuerpo se adapta… a su manera

El primer efecto que se observa es en la sensibilidad. Sin intimidad regular, ciertas zonas pueden volverse más sensibles… o, por el contrario, menos receptivas. Esto no significa que pierdas ninguna capacidad, sino simplemente que el cuerpo entra en una especie de modo de descanso natural. ¿La buena noticia? Todo puede evolucionar suavemente cuando quieras. El secreto está en escuchar tu ritmo y mantenerte conectado con tu cuerpo, ya sea a través del movimiento, el automasaje o simplemente un momento de relajación.

¿Y qué hay de tu estado de ánimo?

Aquí es donde la cosa se pone interesante. La intimidad física tiene un impacto directo en la producción de hormonas del bienestar, como la oxitocina y la dopamina. Durante periodos prolongados de abstinencia, algunas personas pueden sentirse más tensas, menos seguras de sí mismas o incluso un poco nerviosas. Pero, de nuevo, ¡no hay de qué preocuparse! Hay muchas maneras de mejorar el estado de ánimo: ejercicio suave, paseos por la naturaleza, yoga, meditación, risas compartidas, abrazos no románticos… La clave es sentirse bien de otras maneras.

Ver más