Solo necesitas:
1 cápsula de detergente para lavavajillas (en gel o sólido, da igual)
1 fuente para horno o cacerola
Agua del grifo
Un paño de microfibra o una esponja suave
Sin guantes, productos químicos agresivos ni esfuerzo: ¡puedes respirar tranquilo!
Pasos sencillos para un resultado impecable
Precalienta el horno a 90-95 °C (¡no más!).
Mientras tanto, llena la fuente con agua caliente y añade la cápsula de detergente.
Una vez que el horno esté caliente, coloca la fuente en la rejilla central.
Cierra la puerta y déjala reposar durante 1 hora. ¡Aprovecha para hacer otra cosa!
Después de una hora, apaga el horno y deja que se enfríe unos minutos. Ten cuidado con el vapor al abrir la puerta.
Simplemente limpia el interior con un paño húmedo: ¡la grasa se derretirá como por arte de magia!
¿Por qué esta técnica funciona siempre?
¡Es como un sauna para tu horno! El vapor llega a todos los rincones, incluso a los más difíciles de alcanzar, mientras que las enzimas de la cápsula disuelven la grasa incrustada. El resultado: un interior limpio, sin esfuerzo, sin toxinas y sin horas de fregado.
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