3. Enfermedades crónicas.
Algunas afecciones crónicas también afectan la fuerza de las piernas. Por ejemplo, la artritis, la diabetes y la neuropatía periférica pueden reducir el equilibrio y la estabilidad, lo que dificulta el movimiento.
Si desarrollas daño nervioso debido a la diabetes, esto puede provocar miedo a caerte, lo que te hará permanecer inmóvil y empeorará la debilidad.
Al trabajar en estrecha colaboración con su médico para tratar estos síntomas, junto con la fisioterapia y el ejercicio, puede ayudar a prevenir una mayor progresión de la enfermedad.
4. Problemas de espalda.
Las afecciones de la parte baja de la espalda, como la estenosis espinal, las hernias discales o la ciática, pueden dañar los nervios que inervan las piernas, causando debilidad o dolor.
Estas molestias suelen disminuir las ganas de hacer ejercicio, pero sigue siendo importante mantenerse lo más activo posible. Los ejercicios suaves supervisados por un fisioterapeuta pueden ayudar a aliviar el dolor y fortalecer los músculos de las piernas.
Si experimenta entumecimiento, hormigueo o debilidad intensos, debe consultar a un médico para obtener asesoramiento profesional.
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