De repente, un ruido ahogado escapó de la garganta de Richard. Luego un jadeo. Su pecho se elevó tenuemente, después con más fuerza.
—¡Respira! —gritó Amara, agotada pero triunfante.
El color regresaba lentamente al rostro del magnate. Los aplausos estallaron en la cabina. Los desconocidos que no se habían atrevido a mover un dedo ahora celebraban como si fueran parte de la hazaña.
Amara se desplomó contra el pasillo, temblando, sin fuerzas, pero viva de alivio. Había salvado a un hombre que, para el mundo, era intocable.
6. El aterrizaje
Cuando el avión descendió en Nueva York, ya había ambulancias esperando en pista. Los paramédicos subieron con rapidez y trasladaron a Richard en una camilla.
En medio del caos, él abrió los ojos apenas un instante. Sus pupilas se encontraron con las de Amara. Había confusión, sorpresa… y algo más, algo que nadie recordaba haber visto jamás en el magnate: humanidad.
Sus labios se movieron, pronunciando unas palabras tan bajas que el ruido de los motores y las voces de los paramédicos las ahogaron. Amara no las escuchó del todo.
Pero vio el brillo en sus ojos. Y eso bastó para que las lágrimas le corrieran libres por las mejillas.
7. Lo que nadie esperaba
La noticia corrió más rápido que el avión. “Niña pobre salva a multimillonario en pleno vuelo” fue el titular en periódicos y noticieros. El video grabado por un pasajero se hizo viral en horas: la pequeña con las manos sobre el pecho del hombre de hielo, luchando contra la muerte.
