Al fomentar la conciencia sin juzgar, este enfoque nos permite combinar el respeto por las tradiciones con una prudencia reflexiva. Porque sí, podemos honrar a los difuntos sin poner en riesgo nuestra propia salud.
Decir adiós de otra manera: gestos simbólicos y delicados.
¿Sientes la necesidad de un último gesto significativo, pero deseas evitar cualquier riesgo? Existen alternativas sencillas y conmovedoras. Tocar la mano del difunto, susurrarle unas palabras, colocar una carta en el ataúd o encender una vela a su lado…
Estos rituales, a veces incluso más personales que un beso, permiten crear una conexión pacífica con el difunto, respetando al mismo tiempo el propio bienestar. Libros sobre el duelo
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