¿Por qué siempre hay un pequeño lazo en la ropa interior femenina? No es solo un adorno.

De ahí es precisamente donde se originó el famoso lacito: era, simplemente, donde se sujetaba el cordón. En aquel entonces, no era nada decorativo; era puramente funcional.

Y cuando aparecieron las bragas modernas, el lazo permaneció. Como un encantador guiño al pasado, un vestigio de una época en la que la lencería se cosía a mano, a menudo por las propias mujeres.

Un toque de feminidad que se convirtió en símbolo.

Con el tiempo, este pequeño lazo se transformó en un detalle estético. Los fabricantes de lencería comprendieron que aportaba un toque de suavidad y delicadeza, reforzando el carácter femenino y refinado de la prenda.
Es como una firma: el lazo en las bragas es el equivalente al pequeño botón de nácar en una camisa: innecesario, pero irresistible.

Y no es solo una elección de estilo: el lazo también evoca una discreta coquetería, esa elegancia natural que las mujeres siempre han cultivado, incluso en los detalles que nadie más nota.