Una vacuna que deja marcas
A diferencia de las vacunas modernas, el proceso fue diferente y se utilizó una aguja de dos puntas para una distribución uniforme. Ampollas, que recuerdan a las picaduras de mosquitos, marcaron la piel y se convirtieron en cicatrices una vez desinfladas.
En 1980 se erradicó definitivamente la viruela.
El año 1980 marcó la victoria de la humanidad contra la viruela, que fue oficialmente erradicada en los países occidentales. Las vacunas de refuerzo ya no son obligatorias en Francia desde 1984, lo que ofrece libertad a la nueva generación.
La enfermedad desaparece, la cicatriz persiste.
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Sin embargo, la cicatriz persiste como un recordatorio silencioso de una época en la que la vacunación era un acto importante y obligatorio, que salvó innumerables vidas de la amenaza de la viruela.
Viruela del mono, ¿un nuevo peligro?
Aunque la viruela humana ha sido derrotada, su contraparte simia, la viruela simia, persiste . No existe una vacuna específica, por lo que esta enfermedad viral se propaga entre los primates. Aunque la viruela simica no representa una gran amenaza para los humanos, su tasa de mortalidad, especialmente entre los jóvenes, sigue siendo inferior al 10%.
Una lucha feroz contra la viruela
La cicatriz en su brazo izquierdo, testigo de una época en la que la medicina triunfó contra una enfermedad muy devastadora, sigue siendo un legado físico.
