Invierte en un termómetro de horno. Muchos hornos tienen temperaturas imprecisas, y una diferencia de 10-15 grados puede afectar significativamente el resultado. Conocer la temperatura real de tu horno te permite hacer ajustes necesarios.
No abras el horno innecesariamente. Cada vez que lo haces, la temperatura cae drásticamente y el pastel puede hundirse. Si necesitas verificar el progreso, usa la luz del horno y mira a través del vidrio.
Rota el molde a mitad de cocción solo si tu horno cocina de manera desigual. Hazlo rápidamente para minimizar pérdida de calor.
Variaciones creativas para todos los gustos
Una vez que domines la receta básica, el mundo de posibilidades se abre ante ti:
Versión chocolate: Reemplaza media taza de harina por cacao en polvo sin azúcar. Aumenta ligeramente el azúcar si prefieres un sabor más dulce. El resultado es un pastel de chocolate húmedo y profundamente sabroso.
Cítrico refrescante: Añade la ralladura de dos limones o una naranja a la mezcla de mantequilla y azúcar. Reemplaza la mitad de la leche por jugo fresco de cítricos. Este pastel es perfecto para climas cálidos o como final ligero de comidas pesadas.
Especiado reconfortante: Incorpora una cucharadita de canela molida, media cucharadita de jengibre y un cuarto de cucharadita de nuez moscada a los ingredientes secos. Estos sabores cálidos son ideales para otoño e invierno.
Frutal y colorido: Mezcla suavemente una taza de arándanos, frambuesas o trozos pequeños de fresa en la masa justo antes de verter en el molde. Las frutas congeladas funcionan bien; no las descongeles para evitar que tiñan toda la masa.
