Hay un momento del que rara vez hablamos. No es el momento de las despedidas ni el del funeral. Es más tarde, en la tranquilidad de los días siguientes, cuando por fin abrimos la puerta del armario de un ser querido. El aroma familiar, la ropa ordenada, las pequeñas cosas dejadas en su lugar… todo parece suspendido en el tiempo. Y es allí, entre estas telas silenciosas, donde se siente la verdadera ausencia. Sin embargo, escondido en este dolor silencioso también hay un suave consuelo.
Antes de guardar todo o donar, tómate un momento. Algunos objetos, aparentemente insignificantes a primera vista, tienen un poder calmante. Aquí tienes cuatro pequeñas cosas que no deberías tirar, porque llevan dentro mucho más que un recuerdo.
Su prenda favorita: un calor persistente
Un suéter viejo, un vestido desteñido, una chaqueta oversize… no importa su estado, esta prenda cuenta una historia. Es la que usaban a menudo, la que todavía parece pertenecerles. Al sostenerla en tus manos, recuperarás un poco de su presencia, como un abrazo invisible.
Dóblala y guárdala con cuidado. Y en los días de más nostalgia, esta tela familiar tendrá el poder de envolverte en comodidad.
El atuendo de sus días más felices
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