Imagínense esta escena: cuatro niños están cómodamente sentados en las ramas de un gran árbol. Brilla el sol, el ambiente parece despreocupado… hasta que uno de ellos decide coger una sierra. ¡Y entonces todo cambia!

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Los nuevos personajes —diferentes a los del dibujo original— muestran expresiones más exageradas, miradas sorprendidas y posturas que cuentan una historia por sí mismas:

🔹 El niño 1
Está sentado al borde de la rama, tranquilo, como si estuviera en un parque. No corta nada, no hace ruido, no molesta… pero tampoco se da cuenta de que su posición depende totalmente de lo que los demás hagan.

🔹 El niño 2

Es el que inicia el desastre. Toma la sierra con decisión y empieza a cortar la rama exactamente donde él mismo está sentado. Su cara muestra una mezcla de concentración y orgullo, sin entender que su destino está… literalmente, bajo sus pies.

🔹 El niño 3
Observa la escena pero toma la peor inspiración posible: él también empieza a cortar, no su propia rama, sino la del niño 2. Su expresión es de picardía, como si estuviera haciendo una broma, sin medir consecuencias.