Compré unos zapatos de bebé en un mercadillo con mis últimos 5 dólares, se los puse a mi hijo y oí un crujido en el interior…

Mi abuela me dijo que se lo diera a la mujer que algún día me salvaría.

Esa eres tú.

Años después, fui su dama de honor.

Tenía en brazos a una niña llamada Olivia Claire.

—Se llama como tú —susurró.

Continúa en la página siguiente. Fue entonces cuando lo comprendí:

a veces, el destino no solo arregla las cosas…

reconstruye dos almas que se creían irreparables.

Todo empezó con cinco dólares.

Y un par de zapatitos olvidados.

Esta historia es una obra de ficción y no pretende ser un consejo médico. Para cualquier duda sobre salud o bienestar, consulte a un profesional cualificado.