Comment puis-je empêcher mon corps de dégager une mauvaise odeur naturellement ?

Es una pequeña inseguridad que solemos guardarnos para nosotros mismos. A pesar de una higiene impecable, un olor corporal desagradable puede persistir, sobre todo al final del día. ¡Nadie quiere vivir con esta vergüenza! Antes de recurrir a soluciones muy perfumadas o llenas de ingredientes potencialmente irritantes, ¿por qué no probar algo diferente? Un método suave, natural y realmente eficaz. ¿Y si la clave estuviera en tu rutina diaria?

¿Por qué seguimos oliendo mal?

El sudor en sí no tiene olor. Son las bacterias en la superficie de la piel las que, al descomponerlo, liberan esos olores a veces incómodos. Las zonas más afectadas son las axilas, los pies y la ingle. Pero otros factores pueden agravar el problema: el estrés, la ropa ajustada, la comida picante… La buena noticia es que abordar la causa raíz marca la diferencia.

Higiene, sí, pero una higiene específica.

Una buena limpieza, pero suave.

Una ducha al día con un jabón natural y sobreengrasado es más que suficiente. No es necesario resecar la piel: es mejor optar por ingredientes antibacterianos suaves como el aceite de coco o el aceite esencial de árbol de té. Consejo extra: seca bien cada rincón para evitar la humedad, un caldo de cultivo para las bacterias. Un poco de polvo mágico:

La fécula de arrurruz o la maicena, espolvoreadas en las zonas propensas a la transpiración, absorben la humedad de forma natural. ¡Ten un poco en el baño!

La elección de la ropa marca la diferencia.

Algodón, lino o bambú: tus mejores aliados para la frescura.

Estos materiales transpirables permiten que la piel respire. Por el contrario, las telas sintéticas retienen la humedad, lo que favorece los malos olores. Recuerda lavar tu ropa de entrenamiento después de cada uso y dejarla secar al aire, idealmente al sol, para un efecto desodorizante natural.

Lo que comes influye en tu olor… literalmente.