Perder a un ser querido es desgarrador. Por eso, nos aferramos a lo que dejamos atrás: un reloj, una almohada, un frasco de perfume, anhelando desesperadamente sentirnos cerca de nuevo. Pero algunos de estos recuerdos, en lugar de consolarnos, nos atrapan en la tristeza. Pueden agotar nuestra energía silenciosamente y convertir nuestro hogar en un santuario al pasado. Si te cuesta seguir adelante, alguno de estos objetos podría ser la razón…
Relojes parados: ¿símbolo de amor o señal de estar estancados?
¿Aún conservas un reloj que se detuvo justo en el momento en que falleció un ser querido? Es un gesto conmovedor, lleno de significado, pero puede conllevar una carga emocional de la que no eres consciente. Un reloj congelado en el tiempo a menudo refleja una vida que también se ha detenido.
Psicológicamente hablando, estos objetos pueden anclarnos en el duelo. Dificultan encontrar el ritmo, dormir plácidamente y sentirnos vivos. Incluso la atmósfera que crean —quieta, pesada y sombría— puede afectar silenciosamente a todo el hogar.
Qué hacer: Si el reloj aún funciona y te trae paz, aprécialo. Pero si verlo te causa dolor, agradécele con suavidad y déjalo ir. Es una forma sencilla pero poderosa de reiniciar tu propio tiempo.
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