Sin perder tiempo, pedí consejo a mis amigos e investigué un poco en internet para averiguar qué era. Enseguida descubrí que eran huevos de chinche hedionda.
Me quedé en shock; no podía entender cómo habían podido acabar en mi cama. Mi casa está limpia y presto mucha atención al orden.
Lo único que me vino a la mente fue que tal vez mi perro los había traído accidentalmente desde afuera o de un paseo.
Al darme cuenta de que la situación podía ser grave, pedí inmediatamente cita con el médico para que revisara mi salud y asegurarme de que no hubiera picaduras ni infecciones.
Por suerte, todo salió bien. Me siento muy aliviada de haber visto los huevos a tiempo y haber reaccionado de inmediato; de lo contrario, podría haber tenido graves consecuencias.
continúa en la página siguiente
