Estos microorganismos se pueden adquirir a través de la sangre contaminada, el semen, el agua o alimentos en mal estado. Los más frecuentes son la hepatitis A, B y C.
Por otro lado, hay personas que presentan daño hepático por causas genéticas que favorecen que se acumulen sustancias en el hígado. Los síndromes hereditarios que ocasionan esto incluyen la enfermedad de Wilson, la deficiencia de alfa-1 antitripsina y hemocromatosis.
También es posible empezar a manifestar síntomas de una enfermedad hepática a causa de un cáncer de hígado o de las vías biliares.
Recuerda mantener un estilo de vida saludable todos los días, procura lavar tus manos muy bien antes de comer o preparar alimentos, cuida tu peso y reduce el exceso de grasas, evita conductas íntimas de riesgo como las relaciones sin condón y aplícate las vacunas de hepatitis.
El alcohol en exceso es uno de los peores enemigos de tu hígado, así que no tomes más de una copa al día si eres mujer y no más de dos si eres hombre.
